No sería la primera vez. SpaceX ha estado perforando agujeros temporales en la ionosfera durante años. Por ejemplo, el 25 de agosto de 2017, el lanzamiento del satélite FORMOSAT-5 de Taiwán creó un agujero cuatro veces más grande que el estado de California. Sucedió nuevamente el 19 de junio de 2022, cuando un Falcon 9 llevó un satélite de comunicaciones Globalstar a la órbita. La «herida» de la ionosfera estaba marcada por un brillo rojo brillante.

«Este es un fenómeno bien estudiado cuando los cohetes están quemando sus motores entre 200 y 300 km sobre la superficie de la Tierra», dice el físico espacial Jeff Baumgardner de la Universidad de Boston.

Los motores de los cohetes rocían agua (H2O) y dióxido de carbono (CO2) en la ionosfera, apagando la ionización local hasta en un 70 %. La capa F de la ionosfera se ve particularmente afectada. Una complicada serie de reacciones de intercambio de carga entre los iones de oxígeno (O+) y las moléculas del escape del cohete producen fotones rojos a una longitud de onda de 6300 Å, el mismo color que las auroras rojas.

Arriba: Los mapas de densidad de electrones muestran un agujero en la ionosfera formado por un cohete SpaceX en 2017. 

«Revisé imágenes del lanzamiento del 19 de julio», dice Baumgardner. «Muestra el motor de la segunda etapa ardiendo a 286 km cerca del pico de la región F para esa hora del día. Por lo tanto, es muy posible que se haya hecho un ‘agujero’ ionosférico».

Los «agujeros perforados» ionosféricos son cada vez más comunes con un número récord de lanzamientos de cohetes liderados por SpaceX. Los operadores de radioaficionados pueden notarlos cuando las señales de onda corta no saltan sobre el horizonte, disparando a través de agujeros en lugar de rebotar de regreso a la Tierra. Los errores repentinos de GPS también pueden resultar de las anomalías.